Hay muchas cosas a las cuales nos debemos adaptar una vez llegamos a Sudáfrica. Este país es muy parecido y, a la vez, muy diferente al nuestro.
I. Se maneja del lado derecho del carro, y se transita por el canal de la izquierda. Ese choque cultural fur fortísimo para nosotros tan pronto llegamos. Siempre tienes la sensación de ir en flecha. Y eso que no hemos manejado. Todo un tema por resolver.
II. Los enchufes son rarísimos. Recuerdo que al salir de Caracas se burlaron de mi por no haber comprado el adaptador de 110/220. Pero "medio palo" para todos. Es parecido a un trifásico y tiene botón de encendido. Los adaptadores se convirtieron en nuestros mejores amigos.
III. El sonido de las vuvuzelas. Pensamos que sería más grave. Pero no lo fue tanto en el partido inaugural. Ahora, con su permiso, voy a gritarle a mis colegas porque no me escucho. En un estudio suena como un gran enjambre de abejas encerradas en una jaula.
IV. Esta es la más grave. Los taxis. El transporte interno en Johannesburgo depende de ellos. Sin esa opción, no tomas los shuttles (buses) de periodistas para llegar a los estadios. Tampoco te puedes trasladar, porque el transporte público no es tan eficiente y las distancias son largas. Las cuadras son casi tan llaneras como los minutos de los taxistas que hemos llamado en los cinco días que llevamos aquí. Si te dicen "5 minutes", espera media hora. Si te dicen "ten", espera una hora. Estoy por sacar la tabla de equivalencias.
V. Hasta hace poco, nadie me había preguntado por Venezuela. Entré en una tienda de celulares (a comprar un plan BB que jamás funcionó) y uno de los que atendía nos preguntó por el presidente, por el petróleo y por las miss Venezuela. Pensaba que nos íbamos a ir lisos.
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